Parte 2. Prólogo. Italia

Las palabras se clavaron en mi corazón como puñales. Destrozando mi alma y rasgando todos y cada uno de mis recuerdos. Era imposible, irreal. Apoyé las manos contra la pared, dejé que mi cuerpo se deslizara hasta el suelo y mis órganos se descompusieran.

Todos los puntos de luz desaparecieron, me quedé muda, sorda, sin boca ojos o piel. No tenía nada, no era nada.

Una y otra vez se repitió como un eco la voz de Aro, como un sueño, una pesadilla, una cruel broma del destino, una sentencia.

Intenté gemir y replicar, pero no conseguí que sonido alguno saliera de mis labios.

Todos los objetos de la habitación empezaron a dar vueltas en un torbellino infinito mientras me sentía caer en el olvido.
-No te lo tomes así, amor mío- La risa de Aro fue otra puñalada en el agujero donde un día había estado mi corazón- Después de todo la vida sigue.
Las lágrimas se precipitaron por mi rostro y cayeron al suelo como pesadas gotas de agua. Tenía que ser mentira, no podía ser….

Jacob… muerto.

Con un último esfuerzo de mi alma surgió un grito que desgarró la piedra e inundó aquella noche infernal.