6. Carrera

Fue entonces cuando comprendí que Andrew quería algo de mí, no me retenía por pura cortesía, necesitaba que me quedara.
-Andrew- Aparté sus manos de mi- ¿Por qué no dejas que me vaya?
Él me miró nervioso, le temblaban las manos y escuchaba su corazón latir casi a la misma velocidad que el mío.
-Porque no quiero estar solo.
Medité sus palabras, estaba tan perturbada que no podía distinguir la verdad de la mentira.
-¿Sólo por eso?
-¿Y por qué tú tienes tanto interés en irte?- Contraatacó para evitar responder a mi pregunta- Ha sido solo una pesadilla.
Me quedé helada, yo no le había contado a Andrew nada de mi pesadilla.
-¿Cómo has sabido eso?
Pude notar como su rostro palidecía al comprender el error que había cometido, no había duda de que mi amigo me ocultaba muchísimo más de lo que me imaginaba.
-¿El qué?- Se levantó e intentó arrastrar la maleta con él- Yo no sé nada.
-¿Cómo sabes que he soñado con Nahuel?- entorné los ojos deseando haber heredado los poderes de papá, pero solo tenía mi inútil habilidad para mostrar los pensamientos.
-No sabía que habías soñado con él, simplemente he pensado que si estabas así sería por alguna pesadilla extraña.
-Y por eso ni siquiera preguntas quién es Nahuel.
Andrew se estaba desmoronando, evitaba mirarme a los ojos y parecía buscar un lugar por el que escapar.
-Porque no me interesa quién sea- volvió a dejar la maleta en el suelo- Solo… solo quiero que te quedes conmigo.
-¡Deja de repetir eso como un loro!- di un golpe contra el suelo- Dime de una vez qué está pasando aquí.
Andrew se pasó la mano por el pelo y luego por la cara sin dejar de dar vueltas, como si acabara de cometer un error mortal.
-Solo… solo necesito que te quedes un poco más.
Me levanté lentamente, intentando que no se diera cuenta, tenía que irme de allí con o sin maleta; o Andrew era un psicópata o le estaban amenazando para que me retuviera, y ninguna de las dos opciones era muy favorecedora para mi. No me atrevía a mostrar mis poderes delante de él para atravesar la puerta, si aquello era simplemente una obsesión conmigo lo último que me faltaba es que diera a conocer al mundo mis habilidades.
-Por favor, relájate- le puse una mano en el hombro- Mírame a los ojos, Andrew.
Cuando lo hizo pude ver una lágrima corriendo por su mejilla.
-No quería que pasara esto Nessie- Bajó la vista al suelo sin tocarme- Ha ido muy lejos, no puedo hacerlo…
-¿Hacer qué?
No podía creer que se hubiera deshecho de un momento para otro, como si hubiera mantenido un secreto tanto tiempo que este hubiera podido con él.
-Nessie… -apartó mis manos de sus hombros- Vete.
-¿Ahora por qué quieres que me vaya?- no comprendía nada, pero empezaba a asustarme demasiado.
-Creo que van a haceros daño a ti y a tu bebé- Andrew me cogió del brazo y me arrastró hacia la puerta- No sé a dónde puedes ir pero aléjate de aquí, llama a tus padres, a Carlisle, a Alice, a quien sea.
Me quedé sin respiración al escuchar los nombres de mi familia saliendo de los labios de Andrew, que me empujó hacia el rellano.
-Van a hacerte daño ¿Verdad?- comprendí- Si me dejas ir te pasará algo.
Cerró la puerta y me dejó allí, en pijama y con la cabeza dando vueltas como loca. Iban detrás de mí. Saqué el móvil y marqué el número de mamá sin perder un segundo.
-¿Diga?- escuché su al otro lado.
-Mamá, no sé qué está ocurriendo pero algo no va bien…
Alguien me agarró por detrás y tiró de mis manos hacia la escalera, haciéndome soltar el teléfono. Intenté zafarme pero no pude, era imposible, el bebé me había debilitado, pero no tanto como para ser más débil que una persona normal. La velocidad que llevabamos impedía que girase la cabeza para comprobar quién me retenía.
-¡¿Quién eres?!- hiciera lo que hiciera no podía moverme- Dios mío, voy a morir.
-Sí si no colaboras.
¡Nahuel! Era Nahuel el que me arrastraba a través de la escalera.
-¡Suéltame! ¿Qué te crees que estás haciendo?
Escuché un gruñido de rabia.
-¡Intentar ayudarte! Desagradecida.
-Pues suéltame- Ese chico siempre conseguía ponerme de los nervios.
Me soltó de tal manera que caí entre las dos filas de escalones que separaban el primer piso con la planta baja.
-Como desee, mi Ama.
Por suerte no me había dolido, pero acaricié mi barriga nerviosa.
-¿No ves que estoy embarazada? Ten un poco de cuidado.
Nahuel me incorporó y tiró de mi mano hacia la salida.
-Estoy salvándote el pellejo, así que no me vengas con exigencias.
Tiré de él con la suficiente fuerza como para que aminorara la velocidad.
-Dime ahora mismo qué ocurre- intenté detenerme por completo- Nadie me dice nada y esto es lo más extraño que he visto en mi vida.
Nahuel volvió a tirar de mí.
-Te lo explico si dejas de intentar que nos maten a ambos, acelera- le hice caso más por instinto que por obediencia- Los Vulturis han llegado y se van a enfadar mucho cuando descubran que no estás en la ratonera.
Nos internamos en el parque que había enfrente del edificio y comenzamos a correr entre los árboles.
-¿Cómo sabían dónde estaba?
-¿Tú que crees, lumbreras?
Sin soltarme, saltó una valla e impulsó mi cuerpo para que yo también la pasara.
-Ve más despacio, alguien va a pillarnos- miré hacia los lados, nadie parecía percatarse de nuestra presencia.
-Tengo controlada la parte de las mentes, nadie está atento a nosotros.
Una vez más me sorprendí ante su dominio de poder.
-Los Vulturis han debido amenazar de alguna manera a Andrew…- reflexioné mientras me arrastraba hacia el centro del parque, repleto de gente.
-Él se metió solito en esto- comenzó a andar más despacio una vez hubimos llegado al lugar más soleado- Vale, siéntate en un banco y déjame pensar.
Hice lo que me decía meditando sus palabras.
-¿A qué te refieres con eso?- me cogí el vientre con fuerza intentando relajar la tensión- Él es humano, no sabe nada de nosotros.
-Lo que tú digas- se sentó a mi lado- Aquí estamos a salvo de momento, no se atreverán a atraparnos a la luz del día y con tantas familias alrededor.
-¿Y tú cómo sabías lo que ocurría?- fruncí el ceño mientras él sacaba un teléfono del bolsillo- ¿Y qué estás haciendo aquí?
Observé como marcaba el número y se llevaba el móvil a la oreja.
-¿Andrew?- abrí los ojos como platos ¡También Nahuel estaba metido en mi secuestro!- Renesmee está conmigo ¿Han llegado ya?- escuchó durante unos instantes- Mierda, ¿Qué te han ordenado?
Me solté de su brazo y salí corriendo ¿Es que no podía confiar en nadie?
-¡¡Nessie!!

Apresuré los pasos sabiendo que él lo borraría de la mente de los humanos, tenía que encontrar algún lugar donde ocultarme de los Vulturis y sus dos lacayos. Maldecí al recordar mi móvil tirado en la puerta de Andrew, no tenía manera de avisar a mi familia del lío en el que acababa de meterme.

¿Para qué me querían los Vulturis? ¿Y cómo había acabado Andrew metido en todo aquello? Cuando llegué a la calle principal miré hacia atrás, Nahuel no estaba por ninguna parte. Corrí hacia la hilera de taxis enfrente de un hotel y me monté en el primero de todos.
-Hola- suspiré con la voz ahogada- ¿Podría llevarme a la estación de autobuses?
Sabía que no tenía dinero, pero era un problema menor dado que la letal realeza vampírica estaba buscándome por los alrededores.

Me sentí un poco más relajada cuando el vehículo comenzó la marcha. El bebé no paraba de dar patadas asustado, acababa de saltarme el millón de normas que el abuelo me había dado con respecto a mi embarazo. Acaricié al bebé sin parar de mirar al exterior, Nahuel no estaba por ninguna parte, ni los Vulturis, aunque no podía estar muy segura de lo último, ya que hacía años que no les veía estando totalmente consciente, quizás habían renovado gran parte de su guardia.
Di gracias a que el sol brillara con tanta intensidad aquella mañana, probablemente estaría segura en cualquier sitio lo suficientemente iluminado.
Estaba tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta de que el taxi me llevaba en dirección contraria hasta pasados diez minutos.
-Perdone- me incorporé en el asiento trasero.- Creo que se ha equivocado de…
Mi respiración se paró en seco cuando el hombre se dio la vuelta y vi su piel cetrina y sus ojos rojos a través de las gafas de sol.
-Será mejor que no te muevas, pequeña.
Pensé en abrir la puerta y salir rodando del taxi, pero eso sería aun más peligroso que quedarme dentro, al menos en teoría.
-¿Qué quieres de mí?- el vampiro debía de ser un simple enviado, jamás le había visto- ¡Para el coche!
-Lo que tú digas.
El coche aumentó la velocidad, saltándose prácticamente todos los semáforos, debería haberme quedado con Nahuel, al menos él no tenía cara de conductor loco.
-¿A dónde me llevas?
-Mira, no soy muy hablador, así que creo que te voy a dejar echando un sueñecito mientras llegamos a que Aro, Marco y Cayo te echen un vistazo.

Antes de que pudiera replicar mis ojos se cerraron como si alguien tirase de ellos.