Prólogo: Un nuevo comienzo

-¡Despierta!
Abrí los ojos para ver cómo Jacob ponía la mano sobre mi barriga.
-El bebé cada vez patea más fuerte- le pasé los dedos entre el cabello- Ha salido a su papá.
-Espero que sí, ya es hora de darle un poco a los quileute, los vampiros empiezan a sobrar.
Sonrió burlonamente y me dio un beso de buenos días.
-Será mejor que me levante.
Hice ademán de incorporarme pero Jacob me paró, acercando un carrito de comida a la cama.
-De eso ni hablar-cogió una tostada y empezó a untarla- Estás de siete meses, no quiero movimientos bruscos.
-Jake, no soy tan patosa…
-¿Y si te tropiezas por las escaleras? ¿Y si resbalas con algo?
-¿En serio me ves tan torpe?
Me pasó la tostada y le di un bocado, desde que estaba embarazada comer ese tipo de comida no me resultaba en absoluto desagradable.
-Últimamente tus hormonas están disparatadas, cualquier susto puede hacer que entres en fase, ¿Qué pasaría con el bebé? ¿Lo has pensado?

Tuve que darle la razón, uno de mis mayores miedos era entrar en fase, hasta la fecha, al menos que yo supiera, era la primera mujer lobo embarazada, y no quería experimentar con mi cuerpo mientras mi hijo durmiera en mi interior.
-Así que mis hormonas están disparatadas- le pellizqué la mejilla- Eso está muy bonito.
-Sabes que tengo razón- hizo sitio en la cama y se echó a mi lado- Simplemente quiero que todo salga bien, creo que nos lo merecemos después de todo.

Terminé la tostada y me recosté sobre su pecho cerrando los ojos. Aquello era el cielo, estar los tres por la mañana en la cama sin nada de lo que preocuparnos.
No quise abrir la boca para no romper el encanto, pero el tiempo se iba demasiado rápido.
-Ahora sí que me tengo que ir…- me levanté demasiado rápido para que Jake me atrapara y me puse la bata- Llego tarde a la facultad.
-No deberías ir-me contradijo sin intención de levantarse.
-No voy a quedarme encerrada en casa todo el día, me gusta ir a la facultad.
-A mi me pone celoso- sabía que lo decía en broma- Incluso con esa barriguita enorme eres el ser más increíble que esos pobres mortales verán en su vida.
Le lancé un beso y fui corriendo al baño.


……………..


Era una de las pocas chicas de mi carrera que no vivía en el campus, Jake y yo nos habíamos mudado a un sencillo barrio de Cambridge, así que, al no poder conducir ni correr durante demasiado tiempo por orden del abuelo, me veía obligada a coger el autobús si nadie podía llevarme. No era algo que me disgustara, desde que estaba lejos de Forks, viviendo con Jake, me sentía una persona mucho más normal, y a veces era bastante relajante sentir eso.

Toda la familia nos había acompañado al comienzo del curso para visitar la facultad y encontrar un hogar adecuado mientras estudiaba. Cómo no papá y los abuelos solo pensaban en comprar una mansión con demasiados lujos para mi gusto, pero finalmente tuvieron que ceder. Me había enamorado de mi pequeño estudio destartalado de dos dormitorios, cocina-salón y ventanales enormes en pleno corazón de la ciudad. A Jake no le hacía mucha gracia, pero siempre cedía a todos mis caprichos, por extravagantes que fueran.

Me encantaba todo de la universidad de Harvard; el ambiente, las personas, los muros de piedra, los olores… Seguramente era la chica más joven que había entrado en la facultad, aunque supuestamente tenía dieciocho años. Jake nunca había sido muy buen estudiante. Seguía negándose a especializarse el algo. Por suerte era lo suficientemente musculoso y constante como para ser valorado en trabajos de fuerza bruta. No es que nos viéramos obligados a trabajar, pero hubiera odiado que papá y mamá nos mantuvieran.
-¡Nessie!
Andrew, uno de mis mejores amigos desde que había llegado a Cambridge me saludó mientras me acercaba a la entrada de la clase.
-Hola- sonreí percatándome de que todos se encontraban ya dentro de la clase.
-De nuevo llegas tarde- Cogió mi mochila pensando que era demasiado peso para mi, tenía la costumbre de hacerlo.
-Haces que me sienta como una ancianita- me reí mirando por la ventanilla de la puerta, la explicación había empezado hacía ya un buen rato- El Señor Radcliffe no nos dejará entrar… no deberías haberme esperado.
-Siempre me sirves como excusa para no entrar a sus clases, son el rollo más grande que me he echado nunca encima.
-Sin duda serás un gran abogado- Bromeé apartando la vista- Bueno, ¿Quieres ir a tomar algo?
Últimamente tenía hambre a todas horas.
-¿Algún antojo?- Me pasó el brazo por el hombro y tomamos rumbo a la cafetería.
-Goffres- cerré los ojos al recordar su olor- Necesito goffres con chocolate, es urgente.


Cuando llegamos la cafetería estaba prácticamente vacía, a esta hora todos los alumnos tenían clase, así que pudimos sentarnos en nuestra mesa de siempre.
-Deberías sentirte terriblemente mal por no estar en clase- le regañé una vez nos hubieron tomado nota- ¿Qué dirían tus padres?
-¿Y qué dicen los tuyos de que estés embarazada a los dieciocho?
Era una recriminación encubierta, ambos lo sabíamos. Aunque había conocido a Andrew después de mi embarazo este jamás lo había visto con buenos ojos, ni siquiera había querido conocer a Jake.
Bajé la vista a la mesa sin contestar.
-Lo siento- Andrew cogió mi mano- No debería haber dicho eso.
-Pues no lo digas.
-Te he visto en clase, a pesar de ser un desastre con los horarios eres la mejor, tienes un gran futuro como abogada, podrías ser lo que quisieras, viajar por todo el mundo…
-¿Y quién dice que no vaya a hacerlo?
-Nessie- se rió nerviosamente- He visto otros casos, este bebé te destrozará la vida…
Me deshice de nuestro contacto físico.
-No sabes nada de mi vida Andrew, además, ¿Qué sugieres? ¿Que lo de en adopción?
-Es una opción completamente lógica y respetable.
-No soy una niña inmadura que se ha quedado embarazada en una noche loca, estoy casada, vivo con mi marido.
-Y eso lo arregla todo.
-Yo…
-Déjalo- sonrió como si no pasara nada.- ¿Has hecho el trabajo de historia?
-No he tenido tiempo, fui a comprar ropa para el bebé y mi abuelo vino a visitarme, quería ver como me encontraba y me hizo unas…
Me callé, Andrew me había llevado justo al lugar donde él quería.
La camarera puso los goffres sobre la mesa, pero ninguno de los dos dijo nada. Saqué un pañuelo y guardé dos goffres en él mientras me levantaba y cogía la mochila.
-Me voy a la biblioteca- dije sin mirarle.
Mientras me alejaba pude sentir la mirada enfurecida de Andrew en mi espalda. Era mi mejor amigo, pero cuánto le odiaba.